Y es que dulce Príncipe, cuando todos mueren a tu alrededor, todos menos tu, anclado como una boya al fondo de mar, señalando ¿qué?, sometido a embates, tormentas y solanas, sin hundirse del todo pero tampoco completamente a flote, y si
¿cómo no detenerse al menos un instante en la pesada y necia carne que nos ata, cómo no imaginar violencias que corten la cuerda y nos libren del deterioro cansino de los días?
Nadie triunfa sobre la muerte,
¿cómo no detenerse al menos un instante en la pesada y necia carne que nos ata, cómo no imaginar violencias que corten la cuerda y nos libren del deterioro cansino de los días?
¡Oh, que esta sólida, demasiado sólida carne, pudiera derretirse, deshacerse y disolverse en rocío! ¡oh, que no hubiese fijado el Eterno su ley contra el suicidio!
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paste-up DESCONOCIDO, VALENCIA.
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