domingo, 22 de mayo de 2011

Nobody told me where to run

No cuando me hablaron de princesas y dragones, tampoco cuando me contaban de palacios y guisantes, de urbanidad y espaldas rectas, de espadas y ruecas, de jaulas y laberintos. Ni siquiera al leer sobre cuevas y columnas en el desierto, barriles en esquinas soleadas, brujas abandonadas, princesas llorosas, cántaras que se rompen, ruiseñores mecánicos y astutos flautistas.
Nadie me dijo como escapar ni hacia donde correr.


"El primo era conductor de transbordadores entre varias islas del archipiélago de Estocolmo. Travesías cortas, que por lo general no duraban más de cinco minutos, año tras años, el mismo tramo. Un día no pudo más. El transbordador estaba lleno de coches, a última hora de la tarde. Y de repente giró el timón y puso rumbo a mar abierto. Después contó que sabía que le transbordador tenía combustible suficiente para llegar a alguno de los estados bálticos. Pero cuando se vio abrumado por conductores indignados y por los guardacostas que acudieron para obligarlo a recuperar el rumbo no día más explicación. Jamás explicó por qué lo hizo" Henning Mannkell, El Hombre Inquieto. (Tusquets, pag.28)
El ratón atrapado en el laberinto de un laboratorio, salvo que él no está dotado de libre albedrío. Ni nosotros cuando la Libertad son los otros.

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