Ambos tenían el mismo suéter a rayas marineras. Exactamente el mismo. ¿Y quién fue primero, el sr. Huevo, o la Gallina? ¡Qué más da! Ya lo sabes, la culpa es siempre de la gallina. Lo extraordinario es que nunca antes hubieran coincidido, nunca hasta aquella mañana. Primero fueron las risitas, y ese -"lleva lo mismo que tu, tío"-, pero no más verbo, no hubo verbo. Sólo representación. Un auto sacramental.
A ella la sacaron a la pizarra para-ya-no-recuerdo-qué. El duendecillo, que sólo se había limitado a exhibir su preciosa sonrisa de kouros, la miró, y simplemente, pero con ostentación, se quitó el jersey. Así, tan fácil. Y la mesnada rugió en carcajadas tras él. Ella se detuvo un segundo de siglos. Reconocí en su rostro enrojecido la humillación, y el dolor en sus ojos de cristal ¿Acaso no había yo sufrido alguna vez un rechazo semejante? ¿Por qué lo odié más a él que al otro? El amor es ruido y sufrimiento. Sólo que ella no lloró. Algo más tarde, sí ahogamos cicatrices en absenta.
A ella la sacaron a la pizarra para-ya-no-recuerdo-qué. El duendecillo, que sólo se había limitado a exhibir su preciosa sonrisa de kouros, la miró, y simplemente, pero con ostentación, se quitó el jersey. Así, tan fácil. Y la mesnada rugió en carcajadas tras él. Ella se detuvo un segundo de siglos. Reconocí en su rostro enrojecido la humillación, y el dolor en sus ojos de cristal ¿Acaso no había yo sufrido alguna vez un rechazo semejante? ¿Por qué lo odié más a él que al otro? El amor es ruido y sufrimiento. Sólo que ella no lloró. Algo más tarde, sí ahogamos cicatrices en absenta.
"Aquí, ruda para vos y para mí; nosotras podemos llamarla hierba de la gracia los domingos."(2)
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