y hablando de luces y cocodrilos, de amor y de tumbas, del ser y el parecer, continuemos pues con otras crueldades. Sin citas. O quizás sí. Para poder seguir el hilo, urdir la trama, deducir el patrón y terminar su encaje. Aún cuando aquel otro adolescente, un muchacho delgaducho, sin culo y pelo a lo Dylan del 63 sólo fuera cruel por mimo y soberbia que no por ira o asco. Era el centro de la pandilla que el profesor de historia dio en llamar la "élite". Y sólo se incluía en ella a una chica. Y ésta era una chica enamorada. Como no, del duendecillo sin culo y ojos de caramelo. Que no la mandó a un convento, no. En Hamlet eso fue rabieta o caridad. No. Nuestro muchacho hizo algo infantil e infinitamente más ruin, cruel e innecesario. Una bajeza. Como quién golpea a alguien que tiene la manos atadas.
Poder y voracidad. La burda burla del matón jefe de la manada. "La élite"
Poder y voracidad. La burda burla del matón jefe de la manada. "La élite"
(1)"He aquí romero, que sirve para el recuerdo. Acuérdate, amor mío. Y aquí trinitarias que son para los pensamientos"
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